La pena máxima de Junior es perder la Copa Suramericana
Junior, realmente, no perdió la Copa Suramericana en ese último cobro de Thiago Heleno. Lo perdió por su falta de contundencia. En el juego, fue más que Atlético Paranaense. Llegó, creó las opciones e incluso logró igualar la serie con un tanto de su referente, Teófilo Gutiérrez.
Pero a la hora de pelear un título, si hay un penalti, hay que meterlo. Y Junior vive desde hace rato una epidemia en torneos internacionales. Jarlan Barrera, en el alargue, perdió, desde el punto blanco, la opción de haber definido el título antes del desempate desde el punto blanco. Y en esa definición falló otros dos. Por eso, a pesar del esfuerzo, a pesar de que, de pronto, tuvo más fútbol que su rival, el campeón de la Suramericana es el equipo brasileño, que logra así su primera corona internacional.
En el último año y medio, Junior ha cobrado nueve penaltis en torneos de Conmebol y solo metió uno, el que hizo Rafael Pérez frente a Defensa y Justicia. La lista es larga: Yimmi Chará contra Flamengo, en la semifinal de la Suramericana del año pasado.
En la Libertadores de este año falló cuatro: Jonathan Álvez contra Palmeiras, en Barranquilla; Teo contra Alianza Lima, también en el Metro; Luis Carlos Ruiz contra Boca, de nuevo en el Roberto Meléndez, y Jarlan Barrera contra Palmeiras, en Sao Paulo. Y en el remate de la Suramericana de este año lleva tres fallados: con la serie definida, James Sánchez falló frente a Santa Fe en Barranquilla. Y en la final erró dos: Rafael Pérez falló en su cancha y Barrera la tiró lejos, lejísimos del arco de Santos, en el minuto 116 del partido. De estar cerca de la corona, los penaltis lo hicieron vivir una pesadilla.
Una lástima lo que sucedió con Junior. Porque jugó muy bien en Curitiba. Porque fue un equipo valiente, que no se encerró, que se adaptó a un estadio en contra, a una cancha sintética a la que además le echaron agua en el intermedio, en la mitad de campo en la que iba a atacar, para hacerla más complicada y rápida. Porque cuando Paranaense atacó, logró que el daño fuera menor: solo recibió un gol, en una pelota que el equipo perdió saliendo y quedó para una combinación entre Raphael Veiga y Diego Felipe, que acabó venciendo al portero Sebastián Viera, a los 26 minutos del primer tiempo.
Pero después de eso, salvo un susto a los 25 segundos del segundo tiempo, cuando Viera evitó el 2-0 al sacar un remate cruzado de Diego Felipe, el segundo tiempo fue todo de Junior. Fueron cinco opciones claras, clarísimas, para anotar. Solo metió una, en una fórmula que, curiosamente, no es la que mejor maneja, el juego aéreo y la pelota quieta: cobro de tiro de esquina y doble cabezazo, el primero de Jéfferson Gómez y el segundo, de Teófilo Gutiérrez.
La falta de contundencia obligó a Junior a ir al alargue. Y ahí el partido fue mano a mano. En la primera mitad de la prórroga, los jugadores de Junior pidieron un penalti por una falta a Yony González. Y a lo mejor tenían razón. Ya en los últimos 15 minutos, ahí sí el juez Roberto Tobar acertó al sancionar la pena máxima, por una barrida del portero Santos a González.
El efecto de los penaltis errados en Junior pesó mucho en la cabeza del plantel. Minuto 112: Jarlan la pidió, lo cobró y lo tiró por encima. Y a partir de ese momento se apagó la intensidad del equipo colombiano. Un rival con un poco más de fútbol y un poco más de contundencia que el Atlético Paranaense podría habérselo llevado por delante. Pero no fue así.
Se acabó la aventura del Junior en la Copa Suramericana y con él, la ilusíón de conseguir el doblete. Ahora le queda la Liga, en la que ya tiene una buena ventaja, tras haberle ganado 4-1 al Medellín. Pero ahora está en el técnico Julio Comesaña la capacidad para levantar al plantel del golpe, del efecto de haber hecho un esfuerzo de 120 minutos, de un viaje largo en avión, mientras su rival tuvo una semana para preparar la revancha. Por ahora, Junior sufre su pena máxima. El punto blanco lo condenó.
Tomado de: eltiempo.com