La escandalosa derrota ante Atlético Huila, el fallido proyecto de Juan Cruz Real, las dos eliminaciones consecutivas de Liga, el 'paso en falso' por Copa y el inminente nuevo fracaso en el semestre que está en curso, tienen al Deportes Tolima en una de las peores crisis de la época reciente.

Coincidencia o no, desde que César Camargo asumió de lleno la Presidencia del equipo, más allá de los acercamientos crecientes que tenía con el área administrativa, solo ha habido resultados adversos. El legado que dejó don Gabriel, hasta el momento, expone más incógnitas que aciertos.

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Silencio sepulcral

Camargo, al menos ante la afición, no ha puesto la cara pese a que evidentemente el 'barco' se está hundiendo. Cada partido se encarga de alejar más a quienes siguen viendo un espectáculo bochornoso que, independiente de la pasión propia del hincha, no incentiva la compra de boletería.

Desde que Cruz Real salió, dejando en evidencia otra maniobra fallida de César como dirigente, no ha habido más que un escueto comunicado. Los rendimientos individuales de varios jugadores parecieran estar permeados por algo más que lo estrictamente deportivo.

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¿Falta 'mano dura'?

La presunta anarquía que vive Tolima no está confirmada, pero tampoco descartada. El panorama es tan crítico que hace poco, en una protesta absolutamente entendible que llevó a cabo un grupo de aficionados, Jeison Lucumí al parecer se atrevió a encarar a varios, como si el rendimiento del equipo ameritara algo distinto a inconformismo.