Aniquilamiento de piloto revela cara más violenta de régimen de Maduro
Los restos del policía rebelde Óscar Alberto Pérez completaron seis días retenidos en la morgue de Bello Monte, centro de Caracas. El tiro de gracia que recibió en su frente, según la autopsia, y las heridas internas que le dejó la onda explosiva de un cohete antiaéreo ruso y de granadas de mano, serían dos de las razones por las cuales se buscó incluso hacer polvo su cadáver, en un crematorio. El régimen de Nicolás Maduro, que ha desafiado a la justicia de su país condenando a opositores con evidencia falsa (como Leopoldo López) y ordenando la represión de manifestantes a sangre y fuego, pareciera querer ahora minimizar un acto que 22 expresidentes, organismos internacionales de derechos humanos y hasta la Iglesia venezolana califican de masacre y de ejecución extrajudicial.
Pérez y su grupo fueron aniquilados el 15 de enero, en un operativo que se trasmitió en tiempo real por redes y duró más de seis horas. Cerca de 600 hombres de cuatro cuerpos de seguridad rodearon el chalet en el que el renegado se escondía hacía un mes, ubicado en El Junquito, apenas a 20 kilómetros del Palacio de Miraflores. La llamada operación Gedeón se inició a las 5 de la mañana, cuando hombres de fuerzas especiales cortaron la luz y el teléfono e ingresaron con tanquetas, camionetas blindadas y un helicóptero artillado. “Nos han disparado, estamos agazapados pero ya estamos negociando con los funcionarios. Vienen los fiscales, viene la prensa”, grabó Pérez en uno de los 14 mensajes que alcanzó a enviar por Instagram.
De forma simultánea se divulgó un video en el que uno de los oficiales a cargo del operativo le dice a Pérez que la orden de Maduro es resguardarle la vida. Pero no fue así. “Para matar a seis personas usaron granadas de mano y un lanzacohetes RPG, un arma antiaérea de fabricación rusa, calificada por la Otán como no convencional y vetada para enfrentamientos en zonas urbanas por los daños colaterales. Es evidente el uso desproporcionado de la fuerza”, asegura Wilton Hernández, oficial (r) de la Armada de Colombia, experto en armas y explosivos.
Aplastar militarmente a los rebeldes e intentar devolver el cuerpo de Pérez hecho cenizas se ha interpretado como una táctica del régimen de Maduro para enviar un claro mensaje de lo que les esperaría a los opositores a su gobierno, en especial si son miembros de las fuerzas de seguridad. Eso explicaría por qué se le permitió a Pérez transmitir el asalto. Manfred Grautoff y la venezolana Rocío San Miguel, expertos en seguridad y defensa, aseguran que lo primero que hacen las fuerzas especiales en estos casos es instalar ‘jammers’, para bloquear la señal. También hubieran podido silenciar a Pérez con el satélite Francisco Miranda o pidiendo al operador de celular que desactivara la celda de transmisión.
Por eso, Ronal Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, no duda en señalar que el policía, entrenado en operaciones de asalto, terminó siendo usado mediáticamente por el gobierno de Maduro para legitimar que hay una conspiración real en su contra. En eso, el analista coincide con el venezolano Víctor Mijares, profesor de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, quien además señala que Pérez, con actos más de espectáculo que de fuerza, terminó encarnando la fábula de Maduro de un supuesto enemigo interno, patrocinado por gobiernos extranjeros.
Tomado de: eltiempo.com