Un año de conflicto entre Israel y Hamás: de la violencia local a la crisis regional y global
Hace un año, comandos de Hamás cruzaron al territorio israelí y llevaron a cabo un ataque que resultó en la muerte de 1,200 personas, en su mayoría civiles, y el secuestro de más de 200. El propósito de esta brutal acción fue interrumpir una dinámica internacional que parecía marginar y olvidar la causa palestina. Doce meses después, el conflicto ha escalado a una escala regional, generando un sufrimiento humano inmenso y causando repercusiones económicas, políticas y geopolíticas a nivel global.
El conflicto se ha regionalizado de forma evidente. La violencia no solo afecta a Israel y Gaza, sino que se ha extendido a Cisjordania, Líbano, Siria, Irak, Yemen e Irán. El intercambio de ataques entre Israel e Irán, en particular, ha marcado una nueva fase de tensión bélica en la región.
Las consecuencias trascienden lo regional y se expanden a nivel mundial. En el ámbito económico, el conflicto ha perturbado el transporte marítimo y ha provocado turbulencias en el mercado del petróleo. En el plano político, este escenario podría impactar las próximas elecciones presidenciales en EE.UU., donde votantes jóvenes progresistas o de origen árabe descontentos con la gestión de Joe Biden podrían debilitar el apoyo a los demócratas. Una nueva subida en los precios del petróleo tampoco beneficiaría a Kamala Harris, candidata demócrata a la vicepresidencia.
Este conflicto también tiene implicaciones sobre la guerra en Ucrania, ya que distrae fuerzas y recursos. Estados Unidos, que respalda a Kiev, también apoya militarmente a Israel, mientras que Irán, que respalda a Rusia, podría ver limitada su participación en la guerra de Ucrania.
Por último, este conflicto está poniendo a prueba la justicia internacional y las relaciones geopolíticas. La mayor implicación de Irán evaluará la cooperación entre este país y aliados como Rusia, China y Corea del Norte.
La raíz del conflicto
El ataque del 7 de octubre fue un intento claro de Hamás por sabotear la diplomacia internacional, que buscaba un acercamiento entre Arabia Saudí e Israel, mediado por Estados Unidos. El proceso, que cobró impulso tras los Acuerdos de Abraham, prometía normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, dejando en segundo plano la cuestión palestina.
Israel respondió con una ofensiva devastadora en Gaza, que ha dejado más de 41,000 muertos y ha sumido a los dos millones de habitantes de la Franja en condiciones extremas. El Tribunal Internacional de Justicia de la ONU ahora evalúa si Israel ha cometido genocidio, y el Tribunal Penal Internacional ha solicitado órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su ministro de Defensa.
A pesar del conflicto, el objetivo geopolítico de Hamás parece haber fracasado. Arabia Saudí y Estados Unidos siguen acercándose a Israel, buscando consolidar un espacio de colaboración que también aísle a Irán.
La regionalización del conflicto
Desde un principio, quedó claro el riesgo de que el conflicto se expandiera. Hezbolá lanzó cohetes desde Líbano, milicias iraníes atacaron en Irak y Siria, y los hutíes en Yemen se unieron al conflicto.
Los actores regionales están divididos entre quienes buscan una escalada, como Netanyahu y los hutíes, y aquellos que prefieren evitarla, como Irán, Hezbolá y Estados Unidos. A pesar de los ataques israelíes, Hezbolá no ha respondido con una ofensiva masiva, e Irán ha optado por respuestas calculadas. Estos movimientos sugieren que ambos prefieren desgastar a Israel en lugar de involucrarse en un conflicto directo.
No obstante, Netanyahu ha apostado por intensificar el conflicto, ordenando ataques a Hezbolá en Líbano, lo que ha obligado a Irán a responder de manera más contundente. Así, la regionalización del conflicto avanza inexorablemente.
La globalización del conflicto
El enfrentamiento directo entre Israel e Irán ha causado ya un impacto global. La semana pasada, el precio del petróleo subió un 8%, el mayor aumento en casi dos años. Israel ha atacado instalaciones petroleras en Yemen y ha dejado claro que podría apuntar a las instalaciones nucleares y petroleras de Irán, lo que sin duda causaría más perturbaciones en los precios del crudo.
Este escenario económico y político tiene un impacto potencial en las elecciones presidenciales de EE.UU. Un segmento importante de votantes progresistas, especialmente jóvenes, está indignado con el apoyo incondicional de Biden a Israel, mientras que la comunidad árabe y musulmana en EE.UU. podría reducir su apoyo a los demócratas en estados clave como Michigan. Además, un aumento en los precios de la gasolina podría perjudicar aún más las posibilidades de Kamala Harris.
En el ámbito geopolítico, un ataque israelí a las instalaciones nucleares iraníes podría desencadenar una reacción internacional imprevisible. Irán, aunque está cerca de desarrollar una bomba nuclear, podría verse motivado a acelerar el proceso si se intensifican los ataques.
El conflicto también afecta indirectamente a la guerra en Ucrania. Estados Unidos e Irán, actores clave en ambos conflictos, están viendo sus recursos y atención divididos. Rusia, por su parte, observa con interés el conflicto, ya que cualquier distracción que limite el apoyo occidental a Ucrania podría beneficiarle.
Justicia internacional y diplomacia
La guerra también está poniendo a prueba el papel de la justicia internacional y la diplomacia global. El Tribunal Internacional de Justicia de la ONU evalúa si Israel está cometiendo genocidio en Gaza, mientras que el Tribunal Penal Internacional ha emitido órdenes de arresto contra dirigentes de Israel y Hamás.
En cuanto a la diplomacia, su fracaso es evidente. La ONU y otras instancias multilaterales han mostrado ser ineficaces para detener la violencia, y las diplomacias ad hoc tampoco han logrado avances significativos.
En definitiva, mientras se conmemora el primer año del inicio de este conflicto, el ejército israelí bombardea Gaza y Hamás y Hezbolá responde con ataques a Israel, lo que aumenta más las tensiones y desvanece aún más la posibilidad de darle fin a la guerra por medios pacíficos.