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Incendios en Natagaima: 19 días de lucha para extinguir las llamas en el sur del Tolima

Autoridades y socorristas controlaron el incendio que arrasó miles de hectáreas de bosque seco.
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31 Dic 2024 - 6:56 COT por Ecos del Combeima

El municipio de Natagaima vivió una de las emergencias ambientales más graves de su historia tras el devastador incendio forestal que se presentó entre el 8 y el 27 de septiembre de 2024, consumiendo más de 20 mil hectáreas de vegetación. En medio de temperaturas extremas y condiciones adversas, las autoridades y la comunidad enfrentaron este voraz incendio que devastó la región plana de Natagaima y avanzó hacia áreas montañosas cercanas a Dolores. Este desastre dejó afectaciones en cultivos esenciales, fauna silvestre e infraestructura vital rural, como acueductos veredales.

Cerca de 200 personas, entre bomberos, brigadas indígenas y miembros de la Fuerza Pública, trabajaron incansablemente para extinguir las llamas en la zona plana, mientras que las áreas montañosas presentaron mayores dificultades para su control. A los esfuerzos locales se unieron bomberos provenientes de Yopal, Casanare, y dos brigadas indígenas que operaron en puntos críticos cercanos al río Magdalena. Estas brigadas fueron dotadas con equipos de protección, como cantimploras, batefuegos y mochilas de agua, además de recibir capacitación para prevenir futuros conatos de incendio.

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El incendio dejó graves consecuencias humanas y materiales. Según el censo preliminar realizado por las autoridades locales, cerca de 500 familias damnificadas fueron identificadas, mientras se consolidaba la información para determinar la magnitud total de los daños. El impacto no solo fue ambiental, sino también social y económico, dejando a cientos de familias sin sus cultivos de pancoger y en condiciones vulnerables. Además, nueve veredas, cinco resguardos indígenas, un acueducto rural y una vivienda resultaron afectados. Más de 1.500 hectáreas de bosque seco tropical, parte de la estrategia de conservación Yaví-Pocharco, también fueron destruidas.

En respuesta a la emergencia, los gobiernos departamentales y municipales unieron fuerzas. A través de un convenio, se anunció la creación de un fondo inicial con aportes de $200 millones del departamento y $20 millones del municipio para atender a las familias damnificadas. Este fondo permitió la entrega de kits alimentarios, kits de aseo y otros elementos esenciales. Sin embargo, la alcaldesa de Natagaima, Astrid Pava, advirtió sobre la magnitud de la tragedia:
"Recopilamos la información para cargarla en la plataforma de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo y, con ello, solicitamos ayudas que nos permitan rehabilitar estas cerca de 24 mil hectáreas destruidas por los incendios”, explicó Pava Yara.

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El impacto humano también fue considerable. Erika Figueroa, habitante de la vereda Bateas, fue rescatada tras quedar atrapada en medio de las llamas y recibió atención médica después de haber estado en grave riesgo. Mientras tanto, otros habitantes expresaron su frustración por la falta de apoyo suficiente para proteger sus tierras, ganado y viviendas.

En medio de esta emergencia, miembros del cabildo indígena Yaco Lulumoy capturaron a un hombre señalado de iniciar un incendio en la vereda Yaco. Según los informes, el sujeto fue sorprendido prendiendo fuego a un potrero con un encendedor, afectando una hectárea de terreno y obligando a la evacuación de dos adultos mayores. Tras su captura, fue puesto a disposición de las autoridades y enfrentó cargos por daños a los recursos naturales.

Gracias al esfuerzo conjunto de más de 600 personas, entre brigadistas, bomberos, soldados y técnicos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el incendio fue finalmente extinguido tras 19 días de arduo trabajo. Helicópteros de la Policía Nacional y de la Fuerza Aérea Colombiana realizaron más de 130 descargas de agua y líquido retardante en las zonas afectadas.

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Semanas después, las autoridades locales y departamentales continuaron consolidando la información de los censos y gestionando recursos ante el Gobierno Nacional. También se plantearon iniciativas para prevenir futuros desastres ambientales, como la capacitación en manejo de incendios y la adquisición de equipos especializados para emergencias forestales.

La recuperación de las áreas afectadas representó un desafío monumental, tanto en términos económicos como ambientales. La pérdida de vegetación no solo impactó la biodiversidad del sur del Tolima, sino que también generó un grave riesgo de desertificación y pérdida de recursos hídricos esenciales para las comunidades rurales. La afectación a los cultivos de pancoger, que son el sustento de muchas familias, puso en jaque la seguridad alimentaria del municipio y su capacidad productiva en el corto plazo.

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Natagaima recibió apoyo inmediato por parte de las autoridades para la rehabilitación de estas más de 20 mil hectáreas y para brindar asistencia a las familias afectadas. Este trágico incendio se convirtió en un llamado urgente a la acción conjunta de los gobiernos, las comunidades y las organizaciones ambientales para enfrentar los desafíos del cambio climático y preservar los recursos naturales del Tolima.