La confesión de un sicario
Esta es la historia de Joris, un ciudadano privado de la libertad en las instalaciones de la cárcel de Picaleña de la ciudad de Ibagué, luego de ser capturado por hacer parte de una organización delincuencial conocida como Los Prestamistas.
Dicha organización se dedicaba a ofertar cupos de taxi en la capital tolimense, de tal manera que al lograr que sus víctimas cancelaran las millonarias sumas de dinero, los líderes de la banda los mandaban a asesinar para no tener que devolver la plata.
Así fue contactado Joris Manuel Illidge, de 55 años de edad, a quien alias Milton y alias Nelson (hermanos) le ofrecieron ganarse un dinero a cambio de acabar con la vida de cuatro personas en la capital tolimense. La primera pareja, Edna Alejandra Caicedo Camelo y Jaime Andres Murillo Bonilla. Las otras víctimas eran José Gildardo Zambrano y su esposa.
Estadísticas reveladas a través de un informe de la Fiscalía General de la Nación, indica que en el año 2019 fueron asesinadas a manos de sicarios 6.466 personas. Es decir, algo más de 17 víctimas cada día. Sin embargo, pese al esfuerzo de las autoridades y los gobernantes de cada región del país, de esos 6.466 sicariatos, sólo 1.329 han sido esclarecidos.
Por eso, a través de Ecos del Combeima decidimos traer la confesión de un sicario, en un documento periodístico sin precedentes en la ciudad de Ibagué.
Y es que en esta capital reside una familia que llora a dos de sus integrantes, luego de ser vilmente asesinados a manos de un homicida a sueldo, quien les disparó sin mediar palabra la noche del 15 de marzo del año 2017, mientras se movilizaban en su vehículo particular en compañía de sus hijas de dos y seis años.
Jaime Andrés Murillo Bonilla y Edna Alejandra Caicedo Camelo, ambos de 24 años, vivian en el sector del planchon Las Brisas de Ibagué. Esta pareja de esposos trabaja en la plaza de la 21 donde gozaban del aprecio de los demás comerciantes y compradores.
Con el paso del tiempo, Jaime y Edna se convirtieron quizá en unos de los mayoristas más queridos del principal centro de acopio del departamento del Tolima. Su espontánea forma de ser y el buen trato que tenían con todos los que los necesitaban hacia de ellos personas especiales y apreciadas.
Aunque todo indicaba que la familia Murillo - Bonilla iba a proyectarse en un futuro prometedor, la tragedia tocó la puerta de su hogar y del núcleo familiar que los rodeaba, pues un sicario los asesinó cuando se dirigían hacia su lugar de residencia.
Una vez se produjo el atentado en su contra, un vecino del barrio Las Brisas decidió llevarlos en el mismo carro hasta el hospital Federico Lleras Acosta del barrio Limonar, lugar al cual lamentablemente llegaron sin vida.
Ante la trágica noticia, los sueños de toda una familia se fueron al piso. El imaginario de ver en un futuro exitoso a los esposos Bonilla Camelo se esfumó. Ahora su familia ve en las niñas que quedaron, algunos rasgos de aquellas personas que llenaron de felicidad sus vidas.
Aunque en la ley de la vida los hijos deberían enterrar a los padres; al señor Jaime, papá de Andrés, le tocó una historia diferente. Él era su único hijo y a partir de su muerte le quedó un vacío que nadie podrá llenar. Pese a que es un hombre de la tercera edad, aún trabaja para ayudar a su nieta.
Edna tenía dos hijas, pero Andrés era papá sólo de la menor. No obstante, este joven mayorista trataba a las dos niñas por igual.
Pero hasta ese momento, nadie tenía indicios del porqué los asesinaron.
23 días después del doble homicidio, una nueva situación conmocionó a las autoridades y a los habitantes de la ciudad musical de Colombia, toda vez que a un hombre identificado como José Gildardo Zambrano y a su esposa, les arrojaron una granada en un callejón del barrio Fenalco (los dos sobrevivieron). Sin embargo, se conoció a través de Joris que la orden era arrojar el artefacto a un restaurante, donde el señor Zambrano y su esposa almorzaban frecuentemente.
Cuánta maldad había en esas personas. No les importaba acabar con la vida de otros inocentes, todo por conseguir su objetivo.
Al no lograr el asesinato del señor Zambrano, 20 días después le realizaron un segundo atentado en el barrio Departamental. En esa oportunidad sicaros en moto le disparon en múltiples oportunidades, pero milagrosamente el señor también sobrevivio.
Producto de las intensas investigaciones de la Policía Metropolitana, los uniformados encontraron una conexión en el caso del señor de la granada y la pareja de las Brisas. En medio del minucioso trabajo de la Sijín, se constató que se trataba de una banda criminal que estaba operando en Ibagué. Era la banda de Los Prestamistas.
Producto de la confesión de Raúl Marín, conductor de la moto (el primero en ser capturado), las autoridades dieron con el paradero de Joris Manuel Illidge (sicario) y Milton Francisco Parra, este último familiar de Lina Magaly Andrade, gerente de la empresa de taxis MYM dedicada a la venta de cupos para vehículos de servicio público. Allí estaba la conexión. El señor Zambrano y los esposos Bonilla y Camelo habían hecho negocios con esa empresa.
Al hacerse pública la desarticulación de esta temida estructura delincuencial, un testigo del homicidio de la pareja del barrio Las Brisas reconoció a Joris e informó a las autoridades que ese hombre era el asesino de los mayoristas.
Por todo esto, familiares de Jaime y Edna empezaron a unir cabos, recordaron que semanas antes de su asesinato, el joven mayorista de la Plaza de la 21 había pagado 80 millones de pesos a la empresa MYM, para comprar un cupo. El objetivo de Andrés era comprar un taxi para que su papá trabajara.
Tras varias semanas y no obtener respuesta sobre del cupo que había comprado, Jaime se acercó hasta MYM a preguntar qué pasaba, pero allí lina lo siguió engañando. Al parecer necesitaba tiempo para mandarlo a asesinar.
Sin embargo, en el primer semestre del 2018 cuando fue desarticulada la banda Los Prestamistas, los investigadores establecieron que Jaime y Edna al parecer también habían sido víctimas de esta organización.
Así las cosas, Ecos del Combeima logró convencer a Joris Manuel Illidge Choles, para que relatara que pasó en la noche del 17 de marzo del año 2017 en el barrio Las Brisas de Ibagué.
Según Joris, conocido por las autoridades con el alias de El Vale, para la fecha en que fue contactado, se había quedado sin trabajo, debía tres meses de arriendo, servicios y ya en su hogar no había comida para alimentar a sus hijos menores de edad.
Fue así como obtuvimos la confesión de un sicario.
Pero cómo planearon el asesinato de Edna y Jaime?
La frialdad de los verdaderos líderes de esta organización, pretendía que Joris Manuel ingresara hasta la casa de la pareja y los ultimara junto a todos los que estuvieran allí. No obstante, alias El Vale se negó a cometer tal acción, advirtiendo que él lo hacía, pero cuando la pareja estuviera sola.
Según Joris, él fue engañado, toda vez que nunca le dijeron que en ese vehículo además de Jaime Andrés y Edna Alejandra, también viajaban sus hijas.
Y cómo ocurrió todo?
Aunque en ese momento Joris tuvo la frialdad para halar del gatillo, el escuchar el llanto de un menor en el interior del carro, fue algo que impresionó. Hasta ese momento él no sabía que ese iba a ser uno de los motivos para el confesar todo a las autoridades y así denunciar a los demás integrantes de la banda. El llanto de esas niñas no lo volvió a dejar dormir (dice él).
Para el señor Jaime, padre de Andrés, no hay explicación para acabar con la vida de una persona a cambio de dinero. No entiende como la necesidad económica de otra persona derivó en la muerte de su hijo.
Ahora bien, si la falta de oportunidades y la situación económica llevó a Joris a ejecutar este doble homicidio a cambio de cinco millones de pesos, ¿porqué decidió participar en el atentado contra el señor Zambrano?
Aparentemente la plata seguía faltándole y no podía dejar escapar la oportunidad de recibir más ingresos. Como quien dice, untado el dedo, untada la mano.
Después de un macabro relato, Joris pide a las autoridades que evalúen su ayuda para evitar que se siguieran presentando homicidios. Pero además pidió perdón a las familias afectadas y acude a Dios para sanar su corazón.
El hombre dice estar arrepentido, dice que ahora es un siervo del señor. Argumenta que el llanto de las niñas en ese carro se convirtió en el motor para denunciar y no hacer más daño. Y aunque todos tienen derecho a una segunda oportunidad luego de pagar por sus faltas, los invitamos a observar este trabajo audiovisual para que sean ustedes quienes saquen sus propias conclusiones.