Sudar quema grasa y otros mitos para bajar de peso
Las fiestas navideñas, con sus excesos y compromisos, traen además una especie de cargo de conciencia que invita de manera involuntaria a pensar en el sobrepeso, además de las promesas no cumplidas. También llega la necesidad de replantear propósitos para el nuevo año. Y quizás la intención más socorrida, pero menos cumplida, es aquella de iniciar desde la primera semana de enero una rutina disciplinada y efectiva de ejercicio.
El asunto es tan llamativo que las inscripciones a los gimnasios se aumentan en los primeros días de este mes, pero la tarea se abandona al poco tiempo junto con las zapatillas, la indumentaria y el entusiasmo. Sobre la premisa de que esta situación se repetirá sin atenuantes durante los próximos días, no sobra insistir en que el ejercicio es el seguro de vida más efectivo y barato del que se puede echar mano y nunca es tarde para empezar a practicarlo; no por compromiso, sino porque es un ingrediente indispensable de eso que llaman bienestar. Y con la intención de adobar las conversaciones que muchos tienen consigo mismos frente a este tema, vale la pena derrumbar algunos mitos sobre el ejercicio que se han afianzado y que no ayudan para nada.
Sudar no adelgaza
Ya es hora de entender que sudar es una función normal en el cuerpo, por la cual se eliminan líquidos, no calorías, y mucho menos grasas. En otras palabras, se pierde solo agua, y mientras más cantidad se elimine el organismo corre ciertos riesgos. De ahí que se insista en que la hidratación en todas las etapas de la actividad física es fundamental. Por eso, envolverse en telas térmicas, plásticos, jornadas prolongadas de saunas y demás, por sí solas, no bajan un solo gramo y son una falsa ilusión.
La grasa no se convierte en músculo
Son dos tipos de tejidos tan diferentes que es absurdo pensar que el espacio que ocupa la grasa puede llenarse de músculo así porque sí. También es ilógico creer que a punta de pesas la grasa se tonifica. La mejor forma de reducir el tejido graso es mediante una alimentación saludable y un ejercicio regular y planificado. No hay más que decir.
El ejercicio que duele no es el mejor
Cuando el dolor aparece al hacer esfuerzo físico, lo único en lo que hay que pensar es que algo se está haciendo mal y el cuerpo corre riesgos. Hay que eliminar, de una vez por todas, la creencia de que sin dolor el ejercicio es inútil. Y vale recordar que el esfuerzo físico tiene unos límites que terminan cuando el dolor empieza. En síntesis, el dolor no tiene nada productivo.
Tomado de: eltiempo.com