Violencia y resurgimiento de grupos armados ilegales en el Tolima
Los actuales hechos o sucesos de inseguridad que se vienen presentando en el departamento del Tolima me hacen recordar esa terrible época entre los años 1998 y 2007 cuando la inseguridad, la extorsión, el secuestro, las masacres y muchas otras manifestaciones de violencia nos arrinconaron a tal punto de no salir, ni viajar por las carreteras del territorio nacional.
Para los que tenemos memoria, en el departamento del Tolima fueron destruidos pueblos enteros, estaciones de policía bombardeadas con cilindros bomba, policías masacrados, bancos e instituciones del Estado derrumbadas a punta de bombas, cilindros bomba afectando a edificaciones y población civil. Municipios como Alvarado, Venadillo, Roncesvalles, San Antonio, Prado, Dolores, entre otros, fueron casi que destruidos por los ataques de la guerrilla. Para no ir tan lejos, las estaciones de policía del Totumo en Ibagué y de Pastales en la vía que conduce a Villa Restrepo en el Cañón del Combeima fueron atacadas y casi destruidas, San Juan de la China – China Alta y Tapias, eran territorios considerados como Zona Roja en cuestiones de seguridad. Quizá muchos no tienen memoria o se hacen los de la vista gorda mientras una cantidad de muchachitos que se jactan de revolucionarios y que no conocen la historia, jamás entenderán por todo lo que tuvimos que pasar en esa época de violencia y conflicto.
Transitar hace 20 años después de las 7:00 P.M por la vía Ibagué – Alvarado - Venadillo – Lérida era prohibido, no había ni ley ni orden, imperaban los retenes ilegales y las pescas milagrosas por parte de grupos insurgentes como el ELN, las FARC o células armadas como el extinto Ejército Revolucionario Popular ERP. La extorsión y el secuestro eran el pan de cada día en esta zona del departamento. Municipios como Planadas, Ataco, Ríoblanco, Roncesvalles, Rovira, San Antonio y Chaparral vivían sumidos en medio de una zozobra permanente a causa del poderío de los grupos insurgentes o guerrillas quienes imponían su ley en el territorio.
Hoy después de 17 años de haber recuperado en gran parte la seguridad y la paz en el territorio nos encontramos ante una nueva ola de inseguridad, una situación supremamente compleja. Después de haber sido testigos de la recuperación del orden público y la paz, vemos cómo el país cae nuevamente en un manto de incertidumbre e inseguridad. El sur del departamento del Tolima vuelve a ser presa de la inseguridad; hombres armados que se desplazan en camionetas de alta gama, retenes ilegales, amenazas extorsivas y otras muchas más manifestaciones de violencia afectan la percepción de seguridad, la convivencia y especialmente la economía cafetera en unos de los territorios más productivos del grano en el país.
Los mensajes de auxilio no se hacen esperar por parte de pobladores, campesinos, caficultores, transportadores, empresarios, así como de los gobernantes que saben los que significa la seguridad en el territorio.
Aplaudo de pie los contundentes mensajes enviados por parte de la Gobernadora del Tolima Adriana Magali Matiz al gobierno nacional a través del ministro de Defensa en la pasada Cumbre de seguridad realizada el viernes 08 de marzo en la ciudad de Bogotá: “Unos bandidos no van a acabar con lo que hemos hecho en el sur del Tolima”, “Violencia, guerrilla y narcotráfico reaparecen en el Tolima”. Estos mensajes de preocupación fueron contundentes y sinceros por lo que se hicieron sentir entre los asistentes y la prensa nacional. No sabemos si realmente este mensaje generalizado tendrá eco en el gobierno nacional o al menos en el señor Ministro de Defensa.
El país necesita una respuesta contundente por parte del gobierno ante semejante situación de inseguridad que se viene presentando y que se acrecienta cada día más en todo el territorio nacional, especialmente en el departamento Tolima que ha sido golpeado y abatido históricamente por la violencia.
La deuda histórica que tiene la nación con el departamento del Tolima es enorme y aún no ha sido saldada, un departamento que fue cuna de la guerrilla y que tuvo que soportar la inclemencia de la violencia poniendo miles de víctimas, un departamento azotado por el desplazamiento, hoy nuevamente se ve y se siente afectado y amenazado, los pobladores que en un momento se sintieron seguros para regresar al campo y desarrollar la economía rural, hoy temen y se sienten indefensos, solos y abatidos en medio de la zozobra por el resurgimiento de grupos ilegales. Que Dios nos proteja.