Tristeza por Venezuela
Confieso que inocentemente pensé que Maduro iba a actuar con un mínimo de sindéresis. Las encuestas le daban la mayoría absoluta a la oposición, la esperanza reinaba por doquier en las calles de Venezuela, todos añoraban el reencuentro familiar, la comunidad internacional como nunca, se interesaba en estas elecciones y estaba lista a acompañar la transición a la democracia y a levantar las sanciones que existieren. El mundo quería libertad para los venezolanos. Pero nunca medí el grado de estupidez, corrupción y desespero de quienes por 25 años han vivido de narcotraficantes, y abuso de poder, a costilla de los venezolanos, mientras que el país se desangra. Me refiero a sujetos, como Maduro, Diosdado y otros, a quienes hoy la humanidad, rechaza y ratifica que son dictadores y tiranos. A ellos no les irá nada bien de aquí en adelante.
No se trata de cualquier tiranía, se trata de una que lleva 25 años destruyendo un país. Un país que cuando yo era estudiante, demostraba riqueza de sobra y que es hoy uno de los más pobres de Latinoamérica. Un país donde todos sus indicadores sociales, políticos y económicos demuestran un desastre.
Cómo no hablar de un desastre cuando logran que el PIB del país se divida en cuatro. Cuando se multiplica la pobreza por 3 y cuando más de la mitad de la población vive en pobreza extrema. Cuando el salario mínimo se reduce en un 99% (cómo si en Colombia en 25 años el salario mínimo fuesen 13.000 pesos mensuales). Cuando destruyen el 77% de la capacidad petrolera del país. Cuando destruyen la industria casi en su totalidad y el 80% de la población vive en inseguridad alimentaria. Cuando 8 millones de venezolanos tuvieron que salir del país a buscar oportunidades (algo así como si de Colombia se fuesen del país casi 17 millones de personas). Cuando la tasa de cambio del Bolívar contra el Peso Colombiano pasa de 660 pesos por Bolívar en 1999 a 40 billones (millones de millones) de pesos por Bolívar hoy. Cuando casi el 80% de las madres gestantes pueden morir en el parto y cuando el 30% de los niños tienen alta probabilidad de muerte al nacer o en su niñez. Sobra decir que, en adición a lo anterior, lograron acabar con las libertades de opinión, de expresión, de asociación, de empresa y emprendimiento, del voto, de simplemente ser un ciudadano.
Todo lo anterior fruto de una receta conocida y que ahora se nos presente como la salvación del territorio y de nuestro país. Depredar los recursos y el sector privado, estatizar la economía, ejercer todo tipo de control de precios, lograr acuerdos con la delincuencia y los narcotraficantes, proteccionismo, más impuestos distorsionantes en contra de la iniciativa privada, pérdida de autonomía del banco central y una “revolución” cultural y en la educación, todo adobado con mucho “poder constituyente”.
Aún a sabiendas que se robaron las elecciones, lo que sigue es que el mundo rodee a María Corina Machado y que se ejerza tanta presión a los tiranos, usando todos los medios posibles, que simplemente no sean capaces de aguantar.
Y en Colombia, pilas con que nos la apliquen en 2026.