No hay que seguir mirando para los lados
Después de una semana llena de contrastes por el robo de las elecciones en Venezuela y la ambivalencia del gobierno Petro frente al reconocimiento del evidente fraude, situación que advertí que pasaría en mi columna anterior, es hora de volcar nuestra mirada a lo que está pasando en el país.
Son muchos los problemas que tiene Colombia, pero hoy quiero señalar dos: la economía y la violencia; en cuanto a la economía el panorama es oscuro, ya que a pesar de los serios problemas de inflación que hemos tenido, el Ministro de Hacienda anunció el alza de las tarifas de los peajes y los precios del diesel. Los peajes suben el 50 % de lo que estaba pendiente, respecto a la inflación del 2023, es decir, el 4,64%; según el Ministro, la brecha pendiente del diésel ronda los $6.000 y que esta tendrá que cerrarse entre el 2024 y el 2025. Así que indiscutiblemente, tendremos que esperar un aumento en el costo de la canasta familiar proporcional a los costos del transporte.
Sumado a lo anterior, tenemos la desaceleración económica por cuenta de la aplicación de la reforma tributaria que obliga a las empresas tributar el 35% de su renta, lo que también ocasionó el bajo recaudo y la poca posibilidad del crecimiento a corto y mediano plazo, más el deterioro del mercado laboral.
Ahora bien, si de violencia se trata, seguimos por el camino que se volvió costumbre, puesto que esa pasiva posición de combatir a las disidencias, tanto de las FARC como al ELN, permitió que estas estructuras criminales se fortalecieran y ganaran poder militar y territorial; de hecho, hace un par de días en el municipio de ataco, al sur del departamento, disidencias de las FARC atacaron una base militar con drones, lo que significa que no solo quieren volver a apoderarse de la zona rural de este país, sino que tienen los elementos y ahora tecnológicos para hacerlo.
Ya es justo que nos detengamos a mirar lo que está pasando en nuestro país, que nos concentremos en lo importante, que no continuemos distraídos en cosas superfluas que no conducen a nada y que si ahondan los problemas estructurales que nos agobian.