Que el terrorismo, la inseguridad y el miedo no se tomen al Tolima
Son completamente escalofriantes los hechos de inseguridad que se han venido generando de manera creciente en el Tolima. Estas situaciones se han venido presentando no solo en el sur del departamento, cuna histórica del conflicto y principal corredor de las FARC y otros grupos subversivos en su momento, también en el oriente del departamento y los más preocupante, en la zona norte Palocabildo y en el municipio de Anzoátegui, el cual limita con Ibagué. En estos ataques terroristas y por la espalda, han utilizado drones para cometer actos violentos contra la fuerza pública, pasamos de cilindros bomba a drones explosivos.
Es totalmente inaudito que el gobierno nacional mantenga un cese al fuego mientras estos grupos disidentes o insurgentes avanzan generando temor y zozobra en los municipios del Tolima. Sigo sin entender la posición de las fuerzas militares que a sabiendas de lo que pasa y con el enemigo a la vista deben ponerse como carne de cañón con la prohibición de no poder tocar a estas fuerzas revolucionarias que sin lugar a duda se traen entre manos cosas mucho peores y con un trasfondo negro.
Para aquellos que defienden estas tesis revolucionarias y se ponen del lado de esa tendencia en la que gravitan grupos armados, disidencias, extorsiones e inseguridad, quiero refrescarles la memoria con los recuerdos de un pasado negro al que no queremos volver: Hace 20 años era prohibido e imposible transitar por la vía que condice entre Alvarado y Mariquita, después de las 6:00 P.M viajar entre Ibagué, Alvarado y Venadillo, significaba encontrarse con la guerrilla, retenes ilegales, pescas milagrosas y secuestros, hasta en la parte alta del barrio especial El Salado se sentía la presencia de estos grupos armados ilegales. Hace 20 años no se podía ir al Totumo, corregimiento turístico a tan solo 15 minutos de Ibagué donde el puesto de policía fue destruido por la guerrilla, complementario a este hecho cercano no podemos olvidar el ataque al puesto de policía de Llanitos en el cañón del Combeima, a tan solo 10 minutos del casco urbano de Ibagué, ni olvidar el ataque de la guerrilla con morteros y cilindros a las instalaciones de la sexta brigada en el barrio Ancón. Lo anterior apenas menciona algunos de los miles de ataques terroristas que tanto afectaron a los municipios del Tolima y a la población civil.
No olvidemos todos esos municipios del Tolima en los que el puesto de policía, el banco, parque principal y hasta viviendas fueron destruidas a punta de explosivos y cilindros bomba: Prado, Dolores, San Antonio, Roncesvalles, Rovira, Rioblanco y otros más que sufrieron sobre manera en la época de mayor violencia y terrorismo.
Estas situaciones de violencia afectan sobre manera el desarrollo de actividades económicas en estos municipios en los que de manera resiliente sus habitantes y victimas de la violencia han logrado desarrollar nuevas visiones y proyectos entorno a la caficultura (cafés espéciales), al turismo y otras actividades que permiten el desarrollo de las comunidades.
Si a estas situaciones de violencia no se les pone mano dura desde el gobierno nacional, si no se le permite a la fuerzas militares tomar armas para impedir el rearme de estas células armadas o nuevos grupos subversivos, la situación será creciente ante la falta de oportunidades en la inmensa ruralidad: el reclutamiento forzoso de niños y jóvenes, la reinserción de desmovilizados y mercenarios y otras forma de fortalecimiento de estos grupos disidentes, generará la reconfiguración del conflicto en Colombia en el que este brazo armado estará más que legitimado gracias a las conquistas políticas logradas por parte de las FARC durante estos años de “postconflicto”.
Valoro sobre manera la gallardía de la Gobernadora del Tolima Adriana Magali Matiz al enfrentarse casi sola ante estos grupos armados irregulares, el incesante clamor de esta mujer ante el gobierno nacional y las fuerzas militares se nota en cada reunión, espacio u oportunidad. Los tolimenses no podemos pasar de agache frente a tamaña situación que puede rajar al Tolima en cuanto a confianza inversionista, crecimiento de las economía rural y desarrollo del turismo en el Tolima.
Necesitamos que se sienta la viva voz de todos los lideres del departamento: lideres políticos, congresistas, alcaldes, diputados, concejales, directivos gremiales y miembros de la sociedad civil. No podemos permitir que el Tolima vuelva a sufrir las inclemencias de una violencia que ha dejado un atraso histórico en el territorio, alzamos las voces o estaremos condenados a repetir la historia.