Turismo deportivo, una gran apuesta de desarrollo económico para Ibagué y el Tolima
En las últimas décadas el deporte se ha convertido en un motor de desarrollo económico, social y turístico. La pandemia del COVID - 19 impulsó este fenómeno a nivel global, durante el confinamiento el sector del deporte y la recreación se convirtió en un pilar fundamental para mantener a las personas activas, generando espacios de integración comunitaria a través de las redes sociales. Entrenadores físicos y deportivos del sector privado como público, ofrecían programas y rutinas a través de plataformas digitales, lo que desató un verdadero "boom" deportivo. La demanda de bicicletas y equipamiento para transformar los hogares en gimnasios funcionales creció considerablemente, ya que el ejercicio no solo era una vía para mantener el cuerpo activo, sino también para fortalecer la mente y aliviar el estrés causado por el confinamiento.
Tras esta dura experiencia, los colombianos hemos experimentado una reinvención como sociedad. El país, los departamentos y municipios apostaron por atraer eventos deportivos de nivel internacional, como mundiales, panamericanos, suramericanos y clasificatorios en diversas disciplinas. Hace poco menos de un mes, Colombia fue sede del Mundial Femenino Sub-20, al que asistieron un total de 373,493 espectadores marcando un récord de asistencia en la categoría, con una ocupación hotelera de más del 80% en Bogotá, Cali y Medellín, ciudades que albergaron este evento. Pero los beneficios van más allá de la asistencia a los partidos. En ciudades como Ibagué, la organización de eventos como el Campeonato Panamericano de Patinaje, torneos internacionales de tenis de campo, Sudamericano de Pesas, copa nacional de BMX, Mundial de Fútbol de Salón, y campeonatos nacionales de fútbol, entre otros, ha sido clave. Además, Ibagué ha albergado concentraciones de selecciones Colombia de diferentes deportes, consolidándose como un destino deportivo de referencia.
No se trata solo de organizar eventos deportivos, sino de entender el impacto más profundo que tienen en la comunidad. A quienes se oponen a la ejecución de estos eventos, es importante que miren el trasfondo: cada vez que se organiza un evento de esta magnitud, la ocupación hotelera oscila entre el 90% y el 100%, según estadísticas de COTELCO. De hecho, muchas delegaciones deben buscar alternativas como casas, apartamentos o fincas, porque los hoteles se llenan rápidamente si no se reservan con tiempo. Vale la pena anotar que parte de la salvación económica para el sector hotelero en Ibagué a causa de la pandemia del COVID – 19, se dio gracias a la realización de estos eventos deportivos de carácter internacional.
Los eventos deportivos generan empleo temporal en áreas como la organización, logística, seguridad y atención al cliente. En algunos casos estas oportunidades pueden extenderse a largo plazo, especialmente si la ciudad se convierte en un destino recurrente para el entrenamiento especializado, fogueo, calisifacortios y certámenes nacionales o internacionales. También se observa un aumento significativo en el consumo en sectores como la gastronomía, el transporte público, el entretenimiento y las compras, lo que inyecta capital a la economía local y beneficia tanto a pequeñas como grandes empresas.
El retorno económico es evidente, pero también existe un retorno social y turístico. El deporte salva vidas; es un motor fundamental para alejar a nuestros niños y jóvenes de la drogadicción y de caminos contrarios a los valores del deporte. La visibilidad que se da a través de estos eventos puede inspirar a muchos a ver en el deporte no solo una forma de aprovechar el tiempo libre, sino también como un proyecto de vida.
Desde la perspectiva turística, el marketing de ciudad que se realiza al albergar eventos deportivos internacionales es inmenso. Los atletas extranjeros se llevan una impresión positiva de Ibagué y el Tolima: su riqueza culinaria, sus diversos climas, su infraestructura, su gente y su cultura. Esta experiencia les deja el deseo de regresar en el futuro, ya sea para participar en nuevas actividades o simplemente para vacacionar, creando así un flujo constante de turismo recurrente.
La invitación es clara: sigamos apostando por estos eventos. Debemos ampliar nuestra visión y no centrarnos en cuestiones pequeñas “ver más allá de la nariz”. Estos eventos impulsan el progreso y dinamizan los sectores económicos a través del deporte. Los entes gubernamentales deben continuar generando estos espacios que son rentables para cualquier sociedad, especialmente en estos tiempos donde las dificultades económicas de país generan menor rotación y consumo en la economías locales.
El deporte no es solo formación, masificación o alto rendimiento; es un estilo de vida, un sector que dinamiza la economía, llena de emociones y une a las personas. Sigamos apostando al deporte sin miedo, porque el retorno de la inversión se ve reflejado en la calidad de vida de los ibaguereños y tolimenses.