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¿En cuál canasta debemos de poner los huevos?

Para todos los que amamos el cultivo del café, no solo desde la taza sino también en el proceso, el cual tiene miles de adversidades, que van desde un precio manipulado en la bolsa de valores de New York, hasta un clima adverso.
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30 Nov 2024 - 10:07 COT por Ecos del Combeima

Quién no ha escuchado la frase “no podemos poner todos los huevos en la misma canasta”, además, siempre que hablamos con amigos, en especial empresarios y expertos en negocios, su primera recomendación sin importar su línea de emprendimiento, es la de no tener una sola fuente de ingresos o básicamente depender de un solo negocio; ya que, en una eventual caída en las utilidades, nos veremos avocados a tener grandes problemas en los flujos de capital de nuestra empresa, y aunque en primera medida suena lógica, su aplicabilidad en la producción agraria es indiscutiblemente eficaz.

Para todos los que amamos el cultivo del café, no solo desde la taza sino también en el proceso, el cual tiene miles de adversidades, que van desde un precio manipulado en la bolsa de valores de New York, hasta un clima adverso, o incluso las dificultades de conseguir mano de obra que se ajuste a labores tan elementales como la cosecha lo cual genera costos adicionales para nuestros empresarios del agro. Pero hay algo positivo que se está moviendo en los últimos años en la forma de producir café, y es la asociatividad de los cultivos como una fuente de diversificar los ingresos de los pequeños productores.

Para tener las cuentas claras, empecemos viendo cómo se distribuye la tierra en nuestro amado Tolima. De los 2,4 millones de hectáreas que tiene el departamento, el 60% es apto para la producción agropecuaria (1,4 millones de hectáreas), el 31 % son áreas de protección ambiental que equivalen a 744 mil hectáreas, y el 9% pertenecen a áreas de protección legal la cuales suman unas 225 mil hectáreas.

Vámonos al primer dato; 1,4 millones de hectáreas tienen vocación para la producción agropecuaria, pero si analizamos las reseñas de la UPRA, encontramos que solo 378 mil hectáreas están siendo realmente utilizadas para la producción, en las que encontramos al café con 106.000 mil hectáreas, el arroz con 96.721, seguidas del maíz con 47.898 y otros cultivos como aguacate, plátano, caña panelera y frijol entre otros. No podemos negar que es un dato algo preocupante si analizamos que algunos de estos plantíos tienen un sistema de producción de monocultivos, lo que deja al agricultor con una visión de apostar a una sola fuente de ingresos. Así las cosas, podemos también deducir que el Tolima tiene un problema de subutilización de la tierra y que hay potencial de expansión de cultivos promisorios como el chocolate, en áreas que se están destinando a la ganadería o que están en este momento como suelos ociosos.

Ahora regresemos al café; algo que en los últimos años he logrado ver desde mi experiencia en el sector, es el modelo productivo del norte del Tolima, que, aunque ha crecido de forma desorganizada y poco tecnificada, ha generado enormes resultados a los pequeños productores a través de la diversificación de los cultivos. Tal vez sea algo un poco ortodoxo, pero como dicen en mi tierra, “si tiene un lote siembre de todo, que, si el café no está dando, el aguacate le salva la patria y si puede sembrar un palo en el patio de la casa, hágalo”. Y esta frase nace por la experiencia de la roya del café, que durante los años 90 dejó a más de uno en bancarrota y de brazos cruzados por no tener otras fuentes de ingresos, y que derivó en el nacimiento del aguacate como medida alterna para subsanar la crisis.

A veces queremos encontrar soluciones muy tecnificadas e incluso complicadas a problemas realmente difíciles como el de la diversificación de la producción, la distribución de la tierra o el de ser más productivos, pero olvidamos que nuestros campesinos y empresarios agrícolas han tenido que afrontar retos climáticos, problemas en los precios, e incluso algunas inexistentes cadenas agro logísticas para la venta y comercialización de los cultivos.

Por eso desde esta columna quiero hacer un llamado a todas las entidades que manejan el sector agropecuario desde la extensión rural; y es que siempre se tenga en cuenta la idea del productor desde su experiencia de vida, y que no olviden que, si deciden asociar sus cultivos, no lo hacen por llevar la contraria a las federaciones de cada una de las cadenas productivas, sino como una alternativa de lograr “no poner todos los huevos en una sola canasta”.  

Omar Julián Valdés Navarro

  • Administrador de empresas
  • Profesional en ciencias militares
  • Especialista en gestión del talento humano 
  • Especialista en derecho administrativo 
  • Magister en administración de empresas