El Tolima: un llamado a pensar y actuar como región
Durante años, los colombianos hemos escuchado discursos bien estructurados sobre temas como región, agro logística, abastecimiento, cadenas productivas e integración interdepartamental. Sin embargo, muchos no comprenden plenamente estos conceptos y terminan imaginando escenarios irreales, demasiado complejos o difíciles de ejecutar, excediendo las capacidades de las entidades públicas responsables. Como resultado, se generan ideas vagas y distantes de lo que realmente se puede lograr cuando se trabaja y se piensa en región.
El primer punto a destacar es la relevancia de la capital del país, Bogotá; una ciudad de casi 8 millones de habitantes que requiere un suministro anual de 4.996.619 toneladas de alimentos. De esta cantidad, el 85 % proviene de departamentos como Huila, Meta, Cundinamarca, Boyacá y Tolima. Esto demuestra que el abastecimiento de la capital depende de un esfuerzo colectivo y regional para garantizar su seguridad alimentaria. Sin embargo, surge una pregunta clave: ¿por qué aún no se consolida una verdadera integración regional?
La primera respuesta puede estar en la forma en que percibimos el campo y su potencial agroindustrial. En cadenas productivas como el arroz y la ganadería, la competitividad se ve afectada por factores como el costo de la tierra, los gastos de producción o las temporadas de lluvia que impactan a varios departamentos. Incluso en nuestro producto insignia, el café, carecemos de acuerdos de cooperación entre regiones clave como el Huila, el mayor productor del país, y el Tolima, que forma parte del Eje Cafetero. Más allá de los espacios de competencia en calidad, no se han generado iniciativas de integración que permitan mejorar la producción, compartiendo experiencias y prácticas exitosas entre departamentos. En lugar de fomentar la cooperación, hemos caído en una competencia desorganizada, con grandes vacíos y sin aprovechar las oportunidades que ofrece el trabajo conjunto.
A lo anterior se suma otro factor importante: el enfoque casi exclusivo de vender a Bogotá, olvidando que los municipios y las ciudades intermedias también necesitan alimentos que no siempre se producen en la zona. Esto genera situaciones absurdas, como la que ocurre en mi querido Fresno, donde gran parte de su producción agrícola es enviada sagradamente cada lunes a la capital del país para su comercialización y regresa el día miércoles en otros camiones para ser vendida al menudeo, elevando el precio al consumidor final en más de un 200%, y estoy seguro que este fenómeno se repite en muchos lugares de nuestro territorio.
Es momento que el Tolima, como un departamento estratégico en la región andina, asuma el liderazgo en los procesos de integración regional. Para lograrlo, debemos dejar atrás limitantes como las diferencias culturales, los egos y las rivalidades en torno a las tecnologías aplicables al campo. Es hora de trabajar unidos para alcanzar el gran sueño de un campo rentable y competitivo, con precios justos para los consumidores finales y una significativa reducción en las pérdidas de alimentos causadas por deficiencias en las cadenas de transporte y comercialización.
Nuestra privilegiada posición geográfica nos brinda una oportunidad única para ser un motor de integración, unión y progreso, construyendo día a día lo mejor para nuestro país. Este objetivo es posible si trabajamos en equipo con otros departamentos, dando participación activa a las entidades del sector y, sobre todo, entendiendo que, al final, todos somos colombianos y compartimos la misma misión: fortalecer nuestra región y garantizar un futuro más próspero para todos.
Omar Julián Valdés Navarro
Administrador de empresas
Profesional en ciencias militares
Especialista en gestión del talento humano
Especialista en derecho administrativo
Magister en administración de empresas