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En vilo el Risotto criollo y el ACPM casero

No está bien que FEDEARROZ invite como parte de la solución a cultivar menos, considerando problemas de comercialización para no afectar el precio final del arroz; cuando el problema no es la sobreproducción sino el contrabando como responsabilidad única y exclusiva de las autoridades gubernamentales.
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Crédito
Ecos del Combeima
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9 Mar 2025 - 7:52 COT por Álvaro Montoya

El año pasado infartó el país solo con el anuncio que el costo del combustible tipo diésel -ACPM subiría para los transportadores y con ello, los camioneros se encargaron de bloquear gran parte de las vías hasta poner de rodillas al gobierno nacional, y tan solo 6 meses después y esta semana, con el paro nacional arrocero volvieron los bloqueos en buena parte del territorio, pero esta vez por cuenta del ACPM Casero (Arroz, Carne, Papa y Maduro), el combustible del pueblo.

No está bien que FEDEARROZ invite como parte de la solución a cultivar menos, considerando problemas de comercialización para no afectar el precio final del arroz; cuando el problema no es la sobreproducción sino el contrabando como responsabilidad única y exclusiva de las autoridades gubernamentales, o quizá el sobrecosto en insumos y sobretasas, problemas de logística y almacenamiento, o más bien la falta de incentivos y garantía de compra, pero nunca el problema estará en la productividad ni en la oportunidad. Esta vez la federación podría concentrarse en concertar un apoyo económico para completar un precio justo por carga y asegurar la reactivación del Fondo de Estabilización.

Mucho se habla en Colombia del ingreso mínimo vital y de proteger la canasta familiar, pero no del cómo hacerlo, cuando se sabe que son más de 2 millones de compatriotas los que se acuestan con una sola comida diaria, y de seguro esa única comida no es caldo de hoja de coca ni hoja de coca con huevo, como sí es con el arroz. El Risotto Criollo, o sea el arroz con huevo, es de lo más preciado que pueda tenerse al interior de una familia promedio en Colombia, y para muchas de ellas su único golpe diario, generando de por sí una solidaridad natural con los cultivadores y sus justos reclamos. El arroz es una bendición para muchos hogares, y por ello, cuando se subraya nuestra potencialidad agroalimentaria como un mero discurso politiquero, genera escozor y un resquemor generalizado.

No estaría bien comprar la producción de hoja de coca solo como estrategia para contrarrestar la economía ilícita, mientras se desestima o menosprecia ese esfuerzo licito y vital de cultivar arroz; elemento básico e indispensable en la canasta familiar de muchos colombianos y casi la mitad de la población global, precisamente ahora que el mundo se rasga las vestiduras con la premisa de la autonomía y seguridad alimentaria. Si existe algo por garantizar desde el gobierno nacional, es la producción, comercialización y compra del arroz producido en nuestro país, y para ello solo faltaría un esfuerzo adicional con el precio de carga, alivianando así la angustia de quienes haciendo patria siembran arroz.    

Estaría bien erradicar pagando pero no  comprando hoja de coca como se quiere hacer en el departamento del Cauca, por mil razones, entre otras porque al pagar su producción semeja lo realizado en esa economía ilegal que se quiere combatir, y además por que cada vez que se paga un kilo o tonelada de hoja de coca, se le está quitando la oportunidad de auspiciar y promover cultivos lícitos tan importantes como el arroz, que ocupa directamente cerca de 30.000 cabezas de hogar (familias) y donde más de 2 millones de colombianos generan sus ingresos por el cultivo y procedimiento industrial, según su propia federación.

Hoy Colombia supera las 200.000 hectáreas sembradas en hoja de coca, que además es un descredito internacional, pero paradójicamente también cultiva cerca de 200.000 en arroz con una producción promedio entre 4.5/5.0 toneladas por hectárea, cantidad menor a la consumida anualmente por los colombianos.
 
La incertidumbre es mayor en los departamentos del Tolima, Huila y Meta, porque estando allí los grandes cultivos de arroz sumado al número de bloqueos, también está la mayor diferencia política con el gobierno nacional. La gobernadora del Tolima por ejemplo, que habiendo confrontado al gobierno nacional al advertir del problema que se veía venir, hoy se la juega liderando propositivamente y sin sectarismos, una pronta concertación que permita conjurar el paro y superar esa emergencia nacional.