¿Quién controla a quién?
Una cosa es procurar mantener relaciones armónicas con las demás instituciones públicas y quienes le representan y otra muy distinta llegar a semejantes niveles de simpatía para celebrar el cumpleaños de la Contralora Municipal con fiesta, vallenatos y licor.
Claro que se sale de lo normal y resulta escandaloso, porque guardadas las proporciones es como si se viera al Presidente de la República, de parranda, festejando el onomástico de la Fiscal o si un Ministro de Estado se sentara a departir entre copas con la Procuradora General de la Nación.
Ese tipo de actos soslayan la independencia, confianza y credibilidad, no en la persona sino en los intereses, que, claramente, representa por su dignidad y que para el caso particular tienen que ver, nada menos, que con la vigilancia sobre los recursos de los ibaguereños.
Las actuaciones que han sucedido la aparición de estas imágenes han resultado aún más controversiales.
De un lado, la que algunos aseguran se trataría de una cacería de brujas, procurando castigar a quien suministró el material a la opinión pública y de otro el desesperado intento por demostrar que las relaciones entre la mandataria y su mentor, Andrés Fabián Hurtado, pasan por su mejor momento.
Tan evidentes han sido en este intento que buscaron un lugar ampliamente visible dentro de un centro comercial de la ciudad para dejarse ver y fotografiar. Pero no fue la única instantánea, también capturaron una selfie reunidos con su equipo más cercano que, de manera intencional, pusieron a circular entre contratistas y seguidores.
Pareciera como si para Aranda fuera más preocupante desvirtuar una ruptura de relaciones con quien le hizo elegir alcaldesa, que la gravedad de lo que se ve en el video divulgado.
Seguramente los profesionales del derecho coincidirán en que no hay delito alguno, y en eso estamos de acuerdo, pero sí se trata de una infracción ética que deja un notable manto de duda en el ambiente.
Hasta hoy creo en las buenas intenciones de la doctora Aranda, pero preocupa que acabe por contagiarse de la inmoralidad de su estructura política, de su temerario líder que se graduó en burlas al aparato judicial, naturalizando actos contrarios a la ley en actitud desafiante.
Preocupa que la alcaldesa de la ciudad y su compañero pierdan el temor por lo indebido y en lugar de ruborizarse se muestren orgullosos de sus actuaciones.
Si de algo estamos cansados los ciudadanos es de la corrupción expresada en sus múltiples formas, con un agravante, que, se convierta en discurso recurrente de gobernantes y actores de la política electoral, pero que en la práctica termine siendo un saludo a la bandera.
Lo que vimos en ese video despierta toda suerte de suspicacias e interpretaciones. ¿Se están negociando acaso las decisiones del ente de control en un cohecho de nivel ejecutivo? ¿Esto explica la insignificante gestión de la Contralora en la apertura de expedientes y la tímida emisión de fallos de responsabilidad fiscal?
En cualquier escenario, este bochornoso asunto por el que la única respuesta es el silencio, debería constituir motivo suficiente para que la Contraloría General de la República, solicite el control preferente sobre los procesos en curso o aquellos susceptibles de ser aperturados que involucren directamente a la actual mandataria o su antecesor, considerando materializado un evidente conflicto de intereses y la ruptura de las garantías para un examen ecuánime y objetivo a su proceder.