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"Ellos llegan con engaños, mentiras y con migajas, ruegan y oran como a Jesucristo para que les den las licencias mientras compran campesinos con una vaca”: Activista ambiental peruana

Daniel Chaupe Acuña y Nelida Ayay, son dos jóvenes peruanos que narran la terrible situación que viven desde 1.992 cuando la mina Yanacocha inició explotación: persecución, contaminación, destrucción, un testimonio desgarrador y muy profundo que nadie puede dejar de leer.
22 Mayo 2016 - 1:25 COT por Ecos del Combeima

Mientras la ciudad de Ibagué se encuentra a la espera de  un plebiscito que la resguarde de la minería a gran escala, en Perú en una localidad que por coincidencia se llama Cajamarca y se encuentra al norte del país,  una pequeña comunidad campesina en cabeza de  Máxima Acuña libran desde hace años una acérrima lucha por el derecho a vivir en sus tierras y a que no les contaminen el agua. 

Cajamarca- Perú, ¿La crónica anunciada de Cajamarca-Tolima? 

Esta mujer se enfrenta desde 2011 a Yanacocha, un consorcio minero que posee la concesión para explotar el yacimiento aurífero más importante de Perú y de América Latina, su tenaz esfuerzo la hizo merecedora del premio Goldman, el galardón ambiental más importante del mundo.

Este consorcio integrado por la empresa estadounidense Newmont Mining Corporation pretendía extraer seis millones de onzas de oro de las provincias de Cajamarca y Celendín, en el departamento norteño de Cajamarca, y se invirtieron para ello unos US$48.000 millones. El consorcio planeaba explotar el oro de la zona durante 19 años y prometía emplear en ello a unas 10.000 personas. Sin embargo, para llevar a cabo la iniciativa, Yanacocha explicó que tendría que secar cuatro lagunas y que construiría a cambio cuatro reservorios, suficientes para abastecer a las 40.000 personas que a día de hoy se surten de ese agua. Una de ellas era la Laguna Azul, situada justo frente a los terrenos de la familia Chaupe-Acuña. 

Esta fue la causa principal por la que querían desplazarlos de sus tierras. En 2012 una movilización regional contra la mina que desencadenó en un enfrentamiento de civiles contra la policía y el ejército, terminó con un saldo de cinco muertos. En 2014, tras varios intentos por desalojar a la familia de los terrenos, el consorcio los demandó por usurpación agravada. Los Chaupe-Acuña perdieron los dos juicios celebrados en la corte provincial de Celendín, y fueron sentenciados a casi tres años de prisión y a pagar cerca de US$2.000 como reparación a la minera, además de abandonar Tragadero Grande.

Pero la defensa apeló a la Corte Superior de Cajamarca, y en unos meses se inició un nuevo juicio. En ese tiempo, Máxima Acuña y su hija mayor viajaron por Europa para denunciar su caso, y se reunieron con políticos y representantes de Naciones Unidas. En diciembre de 2014 la Sala Penal de Apelaciones de Cajamarca ordenó la absolución de la familia.

La lucha de un pueblo analfabeta que ama la tierra y da su vida por proteger el agua 

Nelida Ayay, quien es miembro de la comunidad campesina y Daniel Chaupe Acuña, hijo de la líder ambiental peruana,  hablaron con Econoticias sobre su experiencia de lucha y resistencia civil frente a la minería. 

“La minera Yanacocha es de una compañía Newmont Mining Corporation de EE.UU y se desarrolla desde 1.992 a campo abierto, utilizan Cianuro y Mercurio dos elementos químicos altamente tóxicos, extraen oro, plata y cobre en una extensión de 5.000 mil hectáreas entre Yanococha y el proyecto Conga, ambos son la misma empresa donde Keiko Fujimori es accionista por lo cual rezamos que no llegue a la presidencia”, indicó Nelida Ayay.

La ambientalista fue enfática al señalar que este tipo de multinacionales compran conciencias y autoridades para posicionarse en el territorio que desean explotar y añadió “para nosotros las lagunas que ellos quieren desaparecer y que son inmensas, son nuestros espejos de agua una de ellas tiene 22 hectáreas y ellos pretenden convertirla en un deposito minero, la mayoría de cajamarquinos que trabajan allí tienen presencia de mercurio en la sangre, el dinero que ganan en la empresa apenas les va a alcanzar para su salud y enciman tienen un hospital que los revisa y cuando los ven enfermos ya no los contratan”. 

Nelida Ayay afirmó que en todos los territorios que las multinacionales entran a hacer explotación minera el panorama es similar y relató “en Cajamarca- Colombia pasará lo mismo, imagino que está pasando y seguirá pasando, ellos llegan con engaños, mentiras y con migajas, cuando ellos se organizan nadie los para, ruegan y oran como a Jesucristo para que les den las licencias, a los campesinos les llevan un carnero, una vaca, un regalo o les ofrecen abrir una ‘trocha’ ¿pero de qué nos sirven esas cosas? Lo que nos van a quitar es inmenso y el desarrollo se lo llevan eso mientras en nuestras calles la gente sigue pidiendo limosna, mi departamento está en el segundo de pobreza cuando tenemos la mina más importante de Latinoamérica, sin contar la delincuencia que esto ha atraído pero a ellos les importa un comino la vida”.

 La ambientalista hizo un llamado muy sentido a todos los colombianos al indicar que la corrupción está carcomiendo a la sociedad, “hay que saber elegir a nuestras autoridades, a aquellos que van a trabajar con el pueblo y para el pueblo,  no sé si aquí hay la figura de la revocatoria pero nosotros hemos intentado sacar al alcalde de Cajamarca aunque sin éxito hasta el momento, nuestra única arma ha sido salir a las calles y protestar”. 

Por su parte Daniel Chaupe Acuña entregó un conmovedor testimonio de su experiencia de vida: 

“En Yanacocha estamos encarcelados y no tenemos acceso a nada, soy un ser humano y necesito la tierra, con la tierra me voy y con ella vuelvo, en la tierra soy y en ella muero, lamentablemente estamos cercados por la empresa minera y no podemos sembrar porque ellos destruyen nuestros cultivos y si criamos nuestros animales van y los roban o los matan, la tierra es el útero madre de todos nosotros, para las plantas y los animales, ahora nuestras vidas están llenas de inseguridad ni siquiera ir a la tienda por alimentos, ellos quieren que nosotros muramos pausadamente, nosotros no luchamos por llenar los bolsillos sino por librar a nuestro territorio y que no hayan más muertes ni contaminación, pase lo que pase nosotros daremos hasta el infinito. 

En este momento somos vigilados por cámaras de vigilancia y sus drones, hermanos de Colombia nosotros somos campesinos humildes y no tenemos ningún tipo de armas, piensen si esta situación es la que quieren vivir en su territorio. Nosotros hemos sufrido atropellos y todo tipo de abusos de parte de la empresa minera, les pregunto a ustedes ¿les gustaría que vinieran personas de lejos a ordenarles y obligarlos a hacer cosas que no quieren, tendrán que trabajar con odio? No quiero ser cómplice de esas empresas transnacionales que solo dañan nuestra tierra”.