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Un mensaje a los hinchas del Tolima: “el futbol, un negocio que se nutre de pasión y corazón”

El club deberá decidir si continuará siendo un engranaje más en la maquinaria del negocio del fútbol o si buscará retomar el camino de una identidad que conecte con su hinchada.
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Alejandro Rozo
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5 Ene 2025 - 10:14 COT por Alejandro Rozo

La revista The Economy Journal destaca, según sus estudios, que el fútbol ocupa el puesto 17 en el ranking de las economías más grandes del mundo y es la principal industria de ocio en países como España. De hecho, de cada 10 euros generados por la economía española, 2 provienen de la Liga Profesional de Fútbol, lo que significa que más del 1% del PIB de España depende directamente de este sector. En otras naciones como Inglaterra, Francia y Alemania, el fútbol se ha consolidado como una de las industrias de mayor crecimiento relativo, con equipos cada vez más sólidos en términos financieros, deportivos y administrativos, lo que favorece un crecimiento económico sostenible a nivel local.

En Colombia el futbol también es un negocio, ese es el ambiente que se respira hoy en Ibagué, la perdida de la final del Deportes Tolima ante Atlético Nacional deja en el aire esa sensación. Como es posible que el mejor jugador del equipo patea un penal de esa manera evidente en una instancia tan definitiva, ¿porque el planteamiento inusual en Medellín?, donde ni los jugadores lo entendieron. Ahora, la renuncia del técnico David González, quien dirigirá a Millonarios, deja entrever que “EL FÚTBOL ES UN NEGOCIO”. Querer meterle pasión y corazón ya es otra cosa. Confiar los destinos del equipo a un conjunto de mercenarios de guerra que pelean batallas a cambio de dinero hace parte del negocio. ¿A cuántos jugadores o técnicos les duele realmente el equipo y la pasión de los hinchas? No será fácil responder esta pregunta, pero la realidad es que en este negocio del fútbol se mueven enormes intereses y dinero, lo que hace que la industria se convierta en un coloso comercial. Adicional a esto un tema sensible que ha crecido en los últimos años y que ha permeado la industria del futbol “Las apuestas”, estas abren una brecha inimaginable en el futbol donde se condicionan las instituciones y sus trabajadores, no siendo menos importante la Liga de Futbol Colombiano que es patrocinada por una de las principales casa de apuestas del país.

Lo ocurrido con Deportes Tolima no es un caso aislado. La salida de David González no sólo afecta al club, sino también deja en evidencia una debilidad estructural del fútbol colombiano: la inestabilidad de los proyectos deportivos. Mientras los hinchas construyen su identidad alrededor de una camiseta con los colores que representan su región, los directivos y técnicos parecen responder a cálculos fríos y decisiones dictadas por cifras y contratos.

Las declaraciones de molestia por parte de los directivos de Tolima, quienes cuestionan la “falta de ética” en el proceso de negociación, no solo exponen el conflicto entre clubes, sino también la cruda realidad de un mercado que no tiene reparos en interrumpir procesos a cambio de resultados inmediatos.

Pero más allá de la figura del técnico y de los resultados inmediatos, la situación evidencia cómo el fútbol moderno se ha alejado de su esencia: ser un deporte que une a las comunidades, genera pasión y crea vínculos emocionales. Hoy, el dinero dicta las reglas del juego. Las instituciones deportivas se ven obligadas a competir en un mercado donde los contratos millonarios y las cifras exorbitantes se imponen sobre los valores históricos y la lealtad.

En este sentido, lo que pasa con el Deportes Tolima nos debe invitar a reflexionar sobre el estado del fútbol colombiano. Si bien es innegable que el deporte requiere de inversiones para mantenerse competitivo, también es necesario buscar un equilibrio que no sacrifique la identidad ni la pasión que los aficionados aportamos semana a semana.

Con la partida de David González y la necesidad de reconstruir un proyecto deportivo, Deportes Tolima enfrenta un momento crucial. El club deberá decidir si continuará siendo un engranaje más en la maquinaria del negocio del fútbol o si buscará retomar el camino de una identidad que conecte con su hinchada. La contratación de un nuevo técnico será fundamental, pero más allá de nombres, el verdadero desafío estará en estructurar un proyecto que trascienda los intereses monetarios y apueste por un fútbol que vuelva a inspirar.

Al final, el fútbol seguirá siendo un negocio, pero será responsabilidad de cada equipo, directivo y jugador decidir cuánto corazón y pasión está dispuesto a ponerle para devolverle a este deporte Rey su grandeza y al equipo Pijao las estrellas “vendidas o perdidas” en este duro trasegar.