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De joya cultural a potencia turística: el camino de oro que tiene el Festival Folclórico Colombiano

La creación de la Corporación del Festival Folclórico Colombiano es ya una necesidad. Pero debe ser concebida como un organismo plural, democrático y participativo, alejado de intereses políticos o burocráticos, y centrado en dar voz real a los artistas, portadores de saberes y creadores del alma del Festival.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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6 Jul 2025 - 8:23 COT por Alejandro Rozo

La versión número 51 del Festival Folclórico Colombiano ha demostrado que este magno evento no solo enaltece las tradiciones y el alma cultural del Tolima, sino que posee un potencial turístico excepcional que debe ser potenciado como uno de los grandes productos de alto valor que tiene el país. Esta fiesta, que transforma a Ibagué y al departamento entero en un escenario único de folclor, belleza, música y tradición, es un símbolo de identidad que merece traspasar fronteras.

Vivir de cerca esta experiencia confirma que el Festival ya no es solo una celebración local, es una plataforma cultural con enorme capacidad de atraer turismo nacional e internacional, generar derrama económica significativa y fortalecer el posicionamiento del Tolima como destino turístico de primer nivel. Sin embargo, para dar ese gran salto cualitativo, se hace necesario avanzar en su estructuración como producto turístico organizado, innovador y competitivo.

Es urgente pensar en el Festival no solo como un evento, sino como un espectáculo integral que demanda criterios de curaduría cultural y calidad escénica. El turista de hoy busca experiencias memorables, y es por eso por lo que debemos entender que estamos proyectando un show de talla nacional, y por qué no, internacional. Lograrlo implica mirar hacia afuera, hacer un benchmarking profundo con referentes como el Carnaval de Barranquilla, la Feria de las Flores de Medellín, el Festival de Negros y Blancos en Pasto o incluso el Carnaval de Río de Janeiro. De todos ellos hay aprendizajes valiosos que podríamos incorporar para enriquecer nuestro propio modelo.

Uno de los aspectos en los que más urge innovar es la diferenciación entre los distintos desfiles. El formato actual presenta poca variación entre el desfile departamental y el nacional, lo que limita su capacidad de sorprender. Apostarle a nuevos formatos, contenidos, rutas o experiencias sensoriales hará que cada jornada tenga un sello propio y una narrativa distinta que mantenga al espectador emocionado.

El público espera música en vivo, carrozas creativas, continuidad sin interrupciones y un desfile que sea, de principio a fin, un espectáculo envolvente. En 2025 se logró una mejora significativa respecto a la continuidad, eliminando esos baches de hasta 10 minutos que en ediciones pasadas restaban dinamismo en el desarrollo de los desfiles. Este avance es meritorio y muestra que con planeación y coordinación se pueden lograr grandes resultados.

También resulta evidente el enorme poder de atracción que tienen las carrozas comerciales, especialmente las de Tapa Roja y otras marcas que conectan con las emociones del público mediante una estética bien lograda, animación en vivo y modelos que representan con orgullo la belleza tolimense. Este componente, lejos de ser frívolo, forma parte del espectáculo y debe ser mejor aprovechado desde una mirada de marketing cultural.

Pero si hay una apuesta clave para transformar al Festival en un verdadero motor del turismo, radica en la conformación de paquetes turísticos integrales. La experiencia no puede reducirse solo a los desfiles y otros eventos de importancia, debe ofrecerse como una vivencia completa, que incluya abonos para eventos, alojamiento, visitas al Cañón del Combeima, recorridos en chiva, experiencias náuticas en Prado, ecoturismo en Murillo y muchos otros atractivos que conforman el portafolio del "Tolima, Corazón de los Andes". Así como ocurre en Medellín con su Feria de las Flores, donde los visitantes acceden a paquetes que agrupan entradas, transporte, souvenirs, tarjeta de asistencia médica, guía turístico personalizado y mucho más, el Tolima debe dar el paso hacia un modelo turístico más organizado, rentable y competitivo que permita a los operadores vender paquetes mucho más completos que apunten a todo el Tolima.

El camino está claro. El Tolima va por buen rumbo, los datos de ocupación hotelera, la masiva asistencia a los eventos y el entusiasmo ciudadano hablan por sí solos. Estamos construyendo un destino con identidad, con carácter y con una oferta única. Pero para escalar, necesitamos mayor articulación institucional, empresarial y ciudadana. Es hora de constituir un “Club de Producto Turístico de Alto Valor”, donde confluyan empresarios, operadores, gestores, artistas y autoridades, con el fin de planificar, innovar y comercializar de manera conjunta este gran activo que tenemos.

Además, la creación de la Corporación del Festival Folclórico Colombiano es ya una necesidad. Pero debe ser concebida como un organismo plural, democrático y participativo, alejado de intereses políticos o burocráticos, y centrado en dar voz real a los artistas, portadores de saberes y creadores del alma del Festival. Que esta corporación no se vaya a convertir en un conciliábulo burocrático cerrado que solo sirva para los intereses de unos pocos. El Festival es de todos y para todos.

Felicito a la Gobernación del Tolima, a la Alcaldía de Ibagué, y sobre todo a las reinas, agrupaciones folclóricas, gestores, operadores y artistas que hicieron posible esta versión memorable del Festival. Su entrega es inspiración y ejemplo. Sigamos avanzando, sigamos soñando, el Festival Folclórico Colombiano está llamado a convertirse en una joya cultural del turismo latinoamericano. Porque el Tolima no solo tiene talento, tiene alma, y esa alma está lista para conquistar al mundo.