Biden y la economía colombiana (Tercera parte)
EMPLEO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: INDICADORES QUE NO SIEMPRE VAN JUNTOS
Estos indicadores económicos que no muchas veces son iguales, y si bien debería suceder que el mayor crecimiento económico en inversión y creación de actividades productivas provengan de la inversión pública o privada por separado o en conjunto en esquemas mixtos.
No obstante, existen agentes de las ramas económicas, y en especial de la cuarta rama que es casi ignorada: la ciencia y la investigación científica. Por ejemplo, integrando procesos mediante el uso de la robótica y la inteligencia artificial los cuales seguramente serán factores que reduzcan la contratación de mano de obra calificada y por lo tanto disminuirá el empleo en ese ramo; pero también podría decirse que por el lado intangible del desarrollo de software y de la ingeniería robótica y mecatrónica aumenta el empleo.
Las discusiones sobre la importancia de un sector u otro y las implicaciones éticas han estado presentes desde los inicios de la primera Revolución Industrial a finales del siglo XVIII y siguen presentes en el siglo XXI en los inicios de la denominada Cuarta Revolución Industrial.
Durante la administración Trump se pudo ver que las medidas tomadas por el gobierno de Obama para superar los efectos de las crisis de 2008 y de la caída de los precios del crudo y las nuevas dinámicas productivas del país como la explotación de hidrocarburos por la metodología de los yacimientos no convencionales -conocido popularmente como fracking- dejando espacio a la soberanía energética del país. En este punto ya nos hemos referido a las medidas de reducciones tributarias a las que refiera France 24:
“Trump llegó a la Casa Blanca con una economía saneada. Pero antes de la pandemia, el gobierno de Trump también dinamizó el crecimiento en medio de una coyuntura mundial más bien favorable y sobre todo una sólida confianza de los consumidores estadounidenses. En 2017, el crecimiento alcanzó 2,3% frente a 1,6% en 2016, último año de Obama en la Casa Blanca.
En 2018 el PIB se expandió 2,9% y en 2019 2,3%, cifras muy superiores a las de otros países industrializados. Pero con la pandemia Estados Unidos entró en recesión en el segundo trimestre y aunque la economía se recupera a medida que muchas actividades abren, el crecimiento sigue siendo inferior al registrado en 2019”.
Y aquí vemos como entra el esquema keynesiano del apoyo del Estado a la dinamización y recuperación en tiempos de crisis mediante la inversión pública y el subsidio a las empresas y al público -no sin las polémicas del caso entre economistas y las diferentes vertientes de economía política representadas en el Congreso-: “A fines de marzo, republicanos y demócratas votaron el "Cares act", una ley que comprendió un plan de ayuda de emergencia de 2,2 billones de dólares, el mayor adoptado en la historia del país.
Un cheque de 1.200 dólares llegó a muchos estadounidenses, además de ayudas por desempleo generosas de 600 dólares semanales, y también apoyo a empresas para limitar despidos. A fines de abril el Congreso amplió el plan en casi medio billón de dólares. Pero a fines de julio estas ayudas comenzaron a desvanecerse, expiraron, y hasta ahora los políticos no han logrado un acuerdo para un nuevo plan, muy pedido por los mercados y los economistas”
BIDEN Y COLOMBIA: UNA SÍNTESIS FINAL
Sin duda, la posición del gobierno demócrata será mucho más conciliadora con los grupos económicos que juegan un papel importante en los mercados locales y mundiales, como los Syllicon Valley, Wall Strett y los entes reguladores financieros y de valores.
Esto sin duda, se evidenció con el alza de los precios de las acciones en los diferentes indicadores el pasado 20 de enero, día en que se realizó la posesión presidencial bajo fuertes e inéditas medidas de seguridad.
La naturaleza diplomática colaboradora con las instancias multilaterales, y de naturaleza bipartidista en las relaciones con Estados Unidos hacen que las dimensiones de cooperación y alianzas vayan más allá de las prioridades de los gobiernos de turno de ambos países y se hacen prácticamente estables e institucionales.
Eso queda claro en una entrevista realizada por Portafolio a José González, asesor electoral de Joe Biden sobre las prioridades respecto a Colombia por parte del nuevo gobierno: “En cuanto a la relación entre EE. UU. y Colombia, el exvicepresidente ha sido un campeón por Colombia y él ha apoyado combatir la guerrilla y los narcotraficantes. Y cuando Colombia decidió embarcarse en un proceso de paz, él apoyó al Gobierno de Colombia en ese esfuerzo. Pero se tiene que reconocer aquí que el debate que se está llevando a cabo en este momento en Colombia sobre el futuro del proceso de paz, ese es un tema que solo los colombianos pueden resolver y EE. UU. no se puede meter en ese proceso.
Podemos tener desacuerdos con el Gobierno de Colombia y esas son conversaciones que se tienen en privado y se basan en el respeto a Colombia y sus instituciones, que tienen la capacidad de resolver estos temas”.
No obstante, la seguridad, la consolidación del proceso de paz y la solución al fenómeno migratorio por la crisis social y política en Venezuela son aspectos claves, además de la prevención y reducción de cifras de contagios de Covid-19 que permitan el regreso paulatino de la economía harán que Colombia pueda llegar mediante el diálogo y la coherencia tanto de las políticas de Estado como de la campaña electoral de 2022, que desde aquí deseamos que reine más el debate de ideas estructuradas de Estado y de buenas relaciones internacionales”.
Como hemos repetido hasta la saciedad desde este espacio en diferentes ocasiones: la confianza inversionista y la seguridad jurídica lo son todo en los negocios internacionales, así como la confianza lo es todo en los negocios y relaciones de cualquier tipo en la vida. El desarrollo económico y la diplomacia son la vida de las democracias. Y aquí hay dos democracias que se necesitan para mejorar cada una.