Inversión en los tiempos de la Cuarta Revolución Industrial
El mundo tradicional de las inversiones ha cambiado drásticamente con el auge de la innovación, la economía digital y la revolución del mercado laboral en la última década. Antes, las ciudades tenían que salir a conquistar en un escenario muy competitivo a las grandes multinacionales para convencerlas de localizarse en su territorio como mecanismo central de ingresos. Luego de garantizar las mejores condiciones tributarias y algo de capacidad instalada, las compañías se asentaban en la región por varios años para generar empleo y llevar a cabo sus actividades económicas.
Con el trabajo remoto, la transformación digital de las organizaciones y las nuevas dinámicas sociales (causadas principalmente por la pandemia), la inversión tiene nuevas formas de llegar a las regiones. Ahora es posible que aquellos emprendimientos que están surgiendo desde el territorio para contribuir a solucionar problemáticas socioeconómicas como la inclusión financiera y la necesidad del comercio electrónico o la educación virtual reciban recursos de los grandes fondos de inversión para impulsar su crecimiento desde las regiones, generando empleo allí donde habitan, pero garantizando su acceso a un mercado global.
Para no ir tan lejos, mientras Ibagué estrena su agencia para la promoción de la inversión, Medellín avanza en su modelo de Valle del Software para consolidarse como uno de los Distritos de Ciencia y Tecnología más importantes de América Latina, desde donde se exportan servicios asociados con la Cuarta Revolución Industrial mediante la mayor calificación de su mano de obra y Bogotá no se queda atrás al lanzar recientemente una iniciativa para convertirse en un hub de la innovación y el blockchain, esta última tecnología recordada por ser aquella que soporta a los criptoactivos (recordemos que El Salvador se convirtió en el primer país en permitir el funcionamiento de las criptomonedas).
Hay, por lo menos, tres razones para fomentar la inversión en las ciudades sobre la base de las oportunidades que representa la Cuarta Revolución Industrial. En primer lugar, hay un apetito creciente de los fondos de inversión por las startups colombianas que han logrado demostrar que pueden ofrecer soluciones creadas desde lo local pero con una capacidad de consumo global. Rappi, Platzi o Torre son ejemplos de iniciativas que han surgido desde colombianos que comprendieron la importancia de los fondos de inversión en Estados Unidos y cuyos recursos recursos pueden verse reflejados en la mayor capacidad instalada, la generación de nuevos empleos y el posicionamiento de su marca en el mercado, sin discriminar la región de origen.
En segundo lugar, el trabajo remoto se convirtió en la nueva alternativa para que las multinacionales encuentren oportunidades en las diferentes ciudades colombianas, aprovechando su mano de obra. No es extraño encontrar desde cualquier ciudad a personas conectadas trabajando para compañías en el extranjero, gracias a que cuentan con habilidades asociadas a las nuevas tecnologías tales como programación, testing, marketing digital, analítica de datos y, por supuesto, bilingüismo. Ahí tienen, por supuesto, una gran tarea los entes territoriales a la hora de contribuir con el fortalecimiento de su mano de obra.
Y, finalmente, todas las ciudades que quieran apostar por ese nuevo mundo de innovación y economía digital deben ser conscientes que deben garantizar una mínima capacidad instalada, donde se destacan aspectos como la conectividad, el fomento a la innovación y el emprendimiento, el gobierno digital, el impulso a la mayor apropiación digital de la ciudadanía y la transformación digital de las empresas, por no mencionar aspectos tan básicos como la competitividad en el trámite de permisos, licencias o la calidad de los servicios públicos.
Si se tienen en cuenta, aspectos como los anteriormente mencionados, es probable que las ciudades avancen en el aprovechamiento de las nuevas oportunidades que trae consigo la Cuarta Revolución Industrial, impactando positivamente tanto el crecimiento económico local como la generación de empleo estructural, particularmente en el segmento de los jóvenes.