¿A quién le duele Ibagué?
Nos importa cinco botar la basura a la calle. Atestar y convertir las avenidas y calles en parqueaderos.
Como conductores, no respetamos las señales de tránsito. Casi nadie sabe qué es ceder el paso. Uno que otro taxista es buen taxista. El que quiera montar un pasacalle de su negocio o anunciar un evento lo hace sin pedirle permiso a nadie y lo deja ahí colgado todo el tiempo que quiera. Pocos son los que saludan y pocos los que dan las gracias. Los buseteros recogen y dejan pasajeros en la mitad de la calzada. Los motociclistas van por donde les nazca, etc, etc.
Pero que Ibagué no sea tan atractiva como todos quisiéramos, es gracias a la desidia y miopía visionaria de muchos o, mejor, de todos los que la habitamos.
Clase dirigente en todas sus manifestaciones, políticos, empresarios, gobernantes, líderes comunales, medios de comunicación, ciudadanía en general.
Todos somos responsables que no haya eficiencia y calidad en las diferentes obras que se realizan. Es la dejadez plena. Quede mal o no se haga, lo mismo me da. Así estamos y esta es la radiografía.
Quince años y no hemos sido capaces de terminar el PANÓPTICO. Miles de millones enterrados. Ni siquiera se ha definido qué uso se le dará si es que lo terminan.
Permitimos que nos sembraran en pleno corazón de la ciudad una CÁRCEL de máxima seguridad. Inverosímil.
Ibagué tenía escenarios deportivos obsoletos. Llevaban 46 años de construidos, los demolieron para hacer unos nuevos con motivo de los Juegos Nacionales, y ni lo uno ni lo otro. Hoy hay desolación en la 42 y PARQUE DEPORTIVO.
Las PLAZAS DE MERCADO convertidas en verdaderos muladares. Nadie muestra interés en modernizarlas.
El FESTIVAL FOLCLÓRICO COLOMBIANO, que hasta hace 10 años atrás se venía haciendo bien, se vino abajo. Se volvió una guachafita tanto que hoy no registra dentro de las grandes fiestas del país.
De CIUDAD MUSICAL solo conservamos el nombre. Salvo esfuerzos aislados no hay política definida en este sentido.
Para no hablar que en temas de MOVILIDAD dentro de capitales intermedias quedamos rezagados.
La MALLA VIAL, un eterno dolor de cabeza. Le inyectan e inyectan plata, y ahí siguen los huecos.
Inverosímil también que hoy Ibagué no cuente con un verdadero PARQUE DE DIVERSIONES. Mientras Girardot y Melgar tienen el parque Piscilago y Cafam, aquí nuestras Cajas de Compensación tienen apenas unos 'parquecitos'. Por lo pronto seguimos deteriorando el CAÑÓN DEL COMBEIMA.
Un sitio emblemático como el PARQUE CENTENARIO Y CONCHA 'GARZÓN Y COLLAZOS', continúa convertido en orinal público.
Y para rematar, mencionemos el caótico y desordenado crecimiento urbano. Esa es la tapa.
Pero con todo y todo Ibagué es un buen vividero. De aquí no me voy.