Universidades regionales, de la provincia para el mundo
Esta semana tuve la posibilidad de dialogar con el rector de la Universidad del Tolima para un programa de televisión.
Quedé gratamente sorprendido cuando me comentó que la Universidad de nuestro departamento tiene, no uno, ni dos, ni tres, sino miles de estudiantes que provienen de otros departamentos y de otros países. Me sentí orgulloso del alma mater de mi ‘tierrita’, pero además, me imaginé todas las posibilidades que se pueden abrir hacia el futuro, no solo con la educación a distancia, que ya ha posicionado a la UT (Universidad del Tolima), sino con esa nueva modalidad que nos trajo la pandemia y que le significó a la educación dar un paso gigante, no solo en materia de cantidad de estudiantes, sino, lo más importante, en calidad educativa.
Con la llegada del COVID, todas las universidades del país, tanto públicas como privadas tuvieron al inicio de la pandemia un gran reto que fue convertirse de manera obligatoria e inmediata a la virtualidad, en un país donde pocos creían y confiaban en su efectividad para el aprendizaje.
Precisamente por esto, nos encontramos con muchas personas, tanto estudiantes como docentes y padres de familia, reticentes a este cambio tan abrupto. Las instituciones educativas tuvieron que transformarse y capacitar a sus profesores con estrategias nuevas y disruptivas de enseñanza, con el objetivo no solo de migrar a la virtualidad, sino lograr educar de manera adecuada a través de esta.
Para dar con esto, los docentes necesitaron articular el modelo de formación con el uso adecuado de instrumentos, metodologías y tecnología, para simular las dinámicas de la educación presencial, paradigma que reinó en Colombia como la única forma efectiva de enseñar.
No obstante, las brechas digitales, la poca planeación y preparación, los prejuicios, y la naturaleza de algunas carreras que vinculan ciencias puras y actividades prácticas, como las ingenierías principalmente y aquellas otras que necesitan tener la experiencia vivencial como se realiza un problema matemático, las que deben ir al laboratorio, y las que deben presentar maquetas y proyectos en físico, entre muchas otras; han desencantado a muchos estudiantes.
Y esto, tristemente, se ha desenvuelto en un hundimiento de la crisis ya existente de la educación superior en Colombia. Las universidades que tienen una educación de mayor calidad y con semestres más costosos, han tenido, en su mayoría, una deserción cuantiosa. De manera contraintuitiva, veo con buena sorpresa que la UT, de grandes calidades académicas, la cual ya tenía experiencia con la educación a distancia, ha tenido un aumento de matrículas para el 2020-2. Cabe aclarar que la educación a distancia es diferente a la virtual, pues la última requiere que el estudiante esté en tiempo real, mientras que en la otra este es autónomo en sus tiempos de estudio.
Esto demuestra la importancia de haber emprendido mucho antes de la pandemia programas a distancia, como el caso de la institución de los tolimenses y de muchos estudiantes de otras regiones. Mientras tanto, otras universidades, reconocidas y con semestres muy costosos, que no habían trabajado fuertemente en tener programas virtuales, se están enfrentando a una deserción estudiantil cuantiosa, dada por los efectos de esta contingencia que nos ha cambiado la vida a todos.
Lo anterior es muy importante porque muestra que las universidades regionales, que a veces muchos ven como una “segunda opción” o de menos calidad, son las que más desarrollo y evolución han tenido aprovechando las tecnologías actuales. Es hora de reivindicarlas y este es el momento de que tomen el liderazgo y demuestren que son tan buenas, o mucho mejores, que las universidades de renombre nacional.
Ellas van a ser el ejemplo para que las otras se reinventen y se terminen de adaptar al mundo virtual, permitiendo que los docentes y los estudiantes logren darse cuenta que hay muchas clases que pueden ver desde sus hogares, para que en algún momento, podamos migrar a la educación superior semi-presencial de alta calidad.
Esto definitivamente ayudaría a mejorar la situación de la educación superior, reduciendo los costos tan altos que genera la necesidad enorme de infraestructura para contener tanta población estudiantil. Asimismo, igualaría oportunidades para muchos que hacen un esfuerzo tan enorme para pagar la matrícula, que llega un punto en que los transportes, útiles y almuerzos por fuera les significan un sacrificio tremendo. Incluso, también sería muy bueno para quienes tienen becas que no cubren estos rubros.
La educación de calidad virtual o a distancia son completamente viables, posibles y adecuadas. Garantizarla requiere de procesos evaluativos constantes, pero esto es muy sencillo. Además, serán las universidades las que tendrán un rol clave en los esfuerzos por recuperar el país, ayudando a reestructurar la sociedad y a proponer políticas públicas desde el conocimiento científico comparado. Y todavía más las regionales, que son las que conocen el territorio directamente y las necesidades diferenciales de la población. Enhorabuena por ellas, que han estado a la vanguardia de las nuevas formas de educar.
Saque de banda: En días pasados anunció la Ministra de Educación una nueva línea de créditos condonables para estudiantes en situación de vulnerabilidad de programas de Educación para el Trabajo y el Desarrollo Humano (carreras técnicas y tecnológicas), con el fin de que puedan continuar con sus estudios en el segundo semestre de este año y evitar la deserción. Esta ayuda cubrirá de manera parcial o total el costo de la matrícula, los apoyos están destinados a estudiantes de hasta 28 años de edad de estratos 1 y 2. Es importante que también pensemos en medidas para los estratos 3, 4 y 5, pues en estos momentos de pandemia muchos han perdido sus fuentes de ingreso, independientemente del estrato, por lo que puede ser una medida de diferenciación odiosa para la situación actual. Hasta en eso la U. del Tolima lleva la delantera con los descuentos para todos los estratos